Es la forma práctica de vivir el sacerdocio bautismal. En los manuscritos de la Beata ConcepciónCabrera, inspirada por Cristo, ha llamado esta vivencia la "Cadena deAmor".
"Yo desde que encarné en el seno purísimo de María compraba gracias y quiero que tú, transformada en Mí, viviendo de mi vida no hagas ya otra cosa.
Debes olvidarte de ti y de día y de noche ofrecerlo todo por la salvación y
perfección de las almas. Mira, vas a hacer una cadena; cada hora de tu vida
será un eslabón de oro, ofreciéndola con esa intención; quiero que no se corte
hasta tu muerte" (Cuenta de Conciencia 22, 203-204;Marzo 27, 1906).
La Cadena de Amor es también el ejercicio del sacerdocio espiritual por el cual
"todas las obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso del alma y del cuerpo, si se realizan perfectamente en el Espíritu, más aún las molestias de la vida si se soportan pacientemente, se convierten en hostias espirituales aceptables a Dios por Jesucristo" (L.G. No. 34; cfr. I P 2,5).
Beata Conchita, con la debida autorización de su director espiritual, inició esta práctica el 28 de marzo de 1906: «Comience ya esa cadena, y que, por una fidelidad finísima, no termine sino hasta la muerte» (Cuenta de Conciencia de Conchita, CC 22, 261); sintió también la inspiración de hacer participar a toda su descendencia espiritual en la formación de una sola Cadena de Amor.
Los Apóstoles de la Cruz “Vivimos la «Cadenade Amor» en fidelidad a Dios y a nuestros hermanos, haciendo de la vida una ofrenda permanente. Estudiamos sus fundamentos y fomentamos su práctica a través de las virtudes” (Reglamento 13.1).
Hacemos cada día, con la frecuencia que nos sea posible, el «Ofrecimiento del Verbo Encarnado», como consecuencia de nuestra atención amorosa a Dios (Reglamento 17.3).
Ofrecimiento del Verbo Encarnado
Padre Santo, por las manos de María te ofrecemos como víctima al Verbo Encarnado, en quien tienes todas tus complacencias. Impulsados por la caridad que el Espíritu Santo haderramado en nuestros corazones, nos ofrecemos constantemente en su unión como
hostias vivas y nos sacrificaremos por tu amor en las ocasiones que se nos presenten, implorando gracias para el mundo y la Iglesia, especialmente para tus sacerdotes.